Nos acercamos lo máximo posible
para intentar dimensionar si lo que nos venden en occidente es tal, al llegar a
la puerta principal del campo, descubrimos que no. La vida es otra, si es que puede llamarse
vida. Lo que en un principio fue un campo ideado para contener refugiados, hoy
es una mega ciudad de casi 200mil personas con mafias internas organizadas,
trata de blancas, drogas, etc. Eso sí, lejos, bien lejos los custodian las
Naciones Unidas.
Pasamos un control militar que
nos alerta que no es una buena zona para permanecer, que ni se nos ocurra a
fotografiar y que demos la vuelta y volvamos.
Pudimos guardar en nuestra retina
la soledad, el hacinamiento, y en mi cabeza dan vueltas historias y frases de
Victor Frankl, el hombre en busca de sentido.
Durante diez días, un grupo de
argentinos decidimos visitar este país tan pequeño de Medio Oriente pero
tremendamente estratégico política y económicamente. Cada uno reunió sus
propios fondos para el pasaje y la estadía,
llevamos juguetes, ropa, comida, etc para intentar conseguir al menos una
sonrisa entre tanto llanto.
Llevamos mucho y nos trajimos
mucho más. Trajimos caras, historias, sueños.
Las historias son miles, las
anécdotas lo mismo. No bastaría un libro para contarlas ni tampoco es mi
intención.
Sin duda este año el tema top fue
los refugiados Sirios en Europa. Debo decir que hemos visto una realidad
impensada.
Jordania alberga hoy a casi
700mil refugiados. Este reino incrustado en la zona más caliente del planeta,
no tiene agua, no ofrece oportunidades laborales pero tiene una familia Real
con un corazón de apertura al necesitado, al menos hasta ahora.
Los contrastes de la vida son
fuertes. Jordania recibe cuanto refugiado quiera entrar, pero una vez dentro
les prohíben trabajar, si lo hacen van presos. Les cobran un alquiler mensual,
por lo cual tienen que trabajar en negro, de forma ilegal hasta que los
descubran y los manden presos. El circulo es vicioso y complejo.
Siria, Iraq y Sudan se reparten
la mayoría de los refugiados en esta tierra, también hay egipcios, kenyatas,
libaneses.
El impacto es grande. Los
desafíos personales son aún mayores. Volver a nuestro país y ver la libertad
que hay, las oportunidades que tenemos nos hacen replantear hasta cuando el gen
argentino sigue siendo positivo.
Hay gente que tiene dinero, otras
tienen posibilidades, otras tienen sueños, otras tiene esperanzas, pero como
decía Vicentico allá por los 80´s, “hay gente que no”.
Volvimos de ver la miseria humana
y las almas sin esperanza y nos encontramos con un debate político en busca de
intereses netamente personales.
Hace dos mil años un Profeta
caminaba las tierras de Medio Oriente llevando esperanza y amor a los
refugiados. Hoy, mucho tiempo después es momento de involucrarse de la misma
forma.
<<Una de las peores cosas en la vida es
sufrir, pero peor que eso, es sufrir solo>>
EMILIANO ZALAGIONE -